La identidad literaria, política e intelectual de Jorge Semprún tiene su núcleo fundador en los acontecimientos vividos entre 1936 y 1945. En menos de diez años y, aún siendo muy joven, Semprún asumió la condición de exiliado, resistente, deportado y superviviente. Todas estas experiencias, todas estas identidades, fueron la base de su producción literaria posterior y fueron determinantes en la construcción de su pensamiento y su acción política.
Sin lugar a dudas, la experiencia más influyente de todas ellas fue la de preso en el campo de concentración de Buchenwald. Allí Semprún conoció la peor versión del ser humano, el mal absoluto, y fue testigo de actos que le atormentaron “durante los largos años de la memoria”. Junto al sufrimiento, también descubrió la solidaridad y la fraternidad. Buchenwald también fue el lugar de la reafirmación de sus convicciones europeístas y de su compromiso intelectual y político.
En abril de 2010, Semprún regresó a aquel lugar con motivo del 65 aniversario de la liberación del campo.